Cámara de conciertos del Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial, Madrid
Arquitectos: Rubén Picado y María José De Blas

El hall de entrada del Teatro de El Escorial es un espacio diáfano con muros de granito y cristal que dispone de unas magníficas vistas y una amplia terraza. El recinto puede convertirse en un espacio abierto al exterior mediante la desaparición completa de un muro cortina de vidrio.

El equipo consiste en un muro de vidrio corrido a hueso de 15 metros de largo por 4 metros de alto con movimiento de guillotina motorizado que lo esconde en el suelo sin dejar llaga y atravesando dos forjados.

El cristal, que se escamotea en 3 minutos escasos, está controlado por un ordenador que supervisa las deformaciones y los esfuerzos admisibles generados por el viento. El sistema se monitoriza desde una pantalla táctil que refleja la posición del equipo y sus diversos parámetros de control.

En caso de excesivo viento, el sistema protege el equipo hasta que el viento desciende a unos valores aceptables para el funcionamiento seguro del mismo.

Con el vidrio escamoteado se disfruta de una amplia superficie abierta al exterior a la que actualmente se le está dando uso tanto de terraza de verano como de sala de exposiciones.

El hueco que cerraba el cristal queda totalmente diáfano tras su apertura, sin pilares ni mecanismos, Lo que permite darle un uso polivalente a la gran superficie útil generada.

Todos los mecanismos del equipo están alojados en un foso técnico situado bajo el forjado, fuera de las zonas públicas. El mecanismo se compone de motor, transmisión y un conjunto de husillos trapezoidales irreversibles, que garantizan la repetitividad y seguridad de los movimientos.

La pared de cristal, una vez replegada, queda completamente escamoteada en un foso de aproximadamente metro y medio de ancho por 15 metros de largo.

 

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